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Primate’s Christmas Message 2019
And this shall be a sign unto you; ye shall find the babe
wrapped in swaddling clothes, lying in a manger.
It was a simple scene that first Christmas – a small cave for shelter, a young couple far from home, and nothing but a feeding trough in which to put the Christ Child. Far above this humble setting was Herod’s palace atop the hill overlooking Bethlehem. The King of kings was about to born into the world He created; but the sometime king of Israel in his palace would take no notice – until he felt a threat to his earthly throne.
God had promised to send the Messiah, the Christ. the Saviour, who would redeem His people. He could have easily burst on the scene as a fully-grown man, a warrior king, the upholder of justice and fixer of wrong, like one of our modern day ‘superheroes’. In fact, this was what many people then, and even now, were looking for, but it wasn’t how God did it – it was not part of His divine plan of salvation.
Instead, the Saviour arrived in the stillness of night; revealed to a waiting world in the arms of a young mother in an obscure part of the Roman Empire. He was, as one Christian author put it, “a very small package, wrapped in rags, given from the heart of God. The perfect gift.”
God gave the first gift of Christmas – His only Son – so that the world and the people He created would know of His love. So that we, in all our brokenness, our hopes and fears, our sins and failures, could know lasting forgiveness, peace of mind, hope for the soul.
Christmas is the ultimate example of how God works His will. He took the most significant event in human history, the birth of His divine Son, and clothed it in rags set amidst a simple stable in a small faraway town. God revealed the importance of this birth not by outward pomp, not by dazzle and glitz, but by the announcement of the good news of His eternal Word to simple shepherds in the dark night of a countryside. An event which would forever change the story of humanity and the history of our salvation.
On that solitary night in Bethlehem, Mary and Joseph had made their way to the birthplace of David, from whose lineage the Saviour was to be born. They had travelled in obedience to Caesar’s decree; yet fulfilling God’s holy will. Into this world, into this reality, into the life and struggle of ordinary men and women, came Jesus – God’s perfect gift.
Christmas is not just an historical event recorded for us in the stories of the Gospel; nor in the pretty pictures and songs of the Season. Christmas is the celebration of the union of God with man for the redemption of the world. And therein is the truth of this Holy Day – that the eternal Word of God, born in a manger, born in time yet present from all eternity, is Lord of heaven and earth, the Righteousness Judge, the Son of man, the everlasting Prince of Peace, our Saviour and Redeemer.
May I extend to you all my prayer for a blessed and joyous Christmas, as we welcome our Saviour King once more into our homes and our hearts.
+ Shane
Mensaje de Navidad del Primado para 2019
Y esto os será por señal: hallaréis al niño
envuelto en pañales, echado en un pesebre.
Fue una escena simple esa primera Navidad: una pequeña cueva para refugiarse, un matrimonio joven lejo de casa, y nada más que un comedero en el que poner al Niño Jesús. Muy por encima de este entorno humilde estaba el palacio de Herodes en lo alto de la colina que domina Belén. El Rey de reyes estaba a punto de nacer en el mundo que creó; pero el rey impostor de Israel en su palacio no se dio cuenta, hasta que sintió una amenaza a su trono terrenal.
Dios había prometido enviar el Mesías, el Cristo, el Salvador, quien redimiría a su pueblo. Pudo haber irrumpido fácilmente en la escena como un hombre adulto, un rey guerrero, defensor de la justicia y uno que repara el mal, como uno de nuestros modernos “superhéroes”. De hecho, esto era lo que muchas personas en ese momento, e incluso ahora, estaban buscando, pero no era cómo Dios lo hizo, no era parte de su plan divino de salvación.
En cambio, el Salvador llegó en la quietud de la noche; revelado a un mundo esperante en los brazos de una madre joven en una parte oscura del imperio romano. Era, como lo expresó un autor cristiano, “un paquete muy pequeño, envuelto en trapos, dado desde el corazón de Dios. El regalo perfecto”.
Dios dio el primer regalo de Navidad, su único Hijo, para que el mundo y las personas que creó conocieran su amor. Para que nosotros, en todo nuestro fragilidad, nuestras esperanzas y miedos, nuestros pecados y fracasos, podamos conocer el perdón duradero, la paz mental, la esperanza para el alma.
La Navidad es el mejor ejemplo de cómo Dios hace su voluntad. Tomó el evento más significativo en la historia humana, el nacimiento de su divino Hijo, y lo vistió con harapos en medio de un establo simple en un pequeño pueblo lejano. Dios reveló la importancia de este nacimiento no por la pompa exterior, no por el deslumbramiento y la ostentación, sino por el anuncio de las buenas nuevas de Su Palabra eterna a los simples pastores en la noche oscura de un campo. Un evento que cambiaría para siempre la historia de la humanidad y la historia de nuestra salvación.
En esa noche solitaria en Belén, María y José se dirigieron al lugar de nacimiento de David, de cuyo linaje iba a nacer el Salvador. Habían viajado en obediencia al decreto de César; pero cumpliendo la santa voluntad de Dios. En este mundo, en esta realidad, en la vida y lucha de hombres y mujeres simples, vino Jesús, el regalo perfecto de Dios.
La Navidad no es solo un evento histórico registrado para nosotros en las historias del Evangelio; ni en las bonitas fotos y canciones de la temporada. La Navidad es la celebración de la unión de Dios con el hombre para la redención del mundo. Y ahí está la verdad de este Día Santo: que la eterna Palabra de Dios, nacida en un pesebre, nacida en el tiempo y presente desde toda la eternidad, es el Señor del cielo y de la tierra, el Juez de Justicia, el Hijo del hombre, el Príncipe eterno de paz, nuestro Salvador y Redentor.
Permítanme extenderles toda mi oración por una Navidad bendecida y alegre, mientras recibimos a nuestro Rey Salvador una vez más a nuestros hogares y nuestros corazones.
+ Shane